31.12.14

Fin de año.

Con las palabras de alguien mas cierro un año mas que me dejó rota en mil pedazos y todavía no se si llego a la mitad de terminar de arreglarme.

"Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere.
No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza.
Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme.
Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos.
No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. No me ajusto más con la barriada o el chusmerío.
No soporto conflictos y comparaciones. Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible.
En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición.
No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar.
Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales.
Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia"

Fuente:
http://blogdenadita.blogspot.com/2014/07/ya-no-tengo-paciencia-ninguna-meryl-streep.html

11.6.14

Algo viejo a medio escribir....

Infantil por estar con cara de poto durante todo el recital.

Necesito una psicóloga, por lo tanto loca.

Te doy vuelta el espejo y vas a ver que sos muy parecido a mi.

6.6.14

Uniendo partes.

Vuelvo.
Siempre frente a una crisis buena o mala, pero crisis.

Oportunidad de cambio, creo que logre entenderlo.

Cambios en lo laboral me generaron un desastre que nunca tuve. 
Exploté como piñata de cumpleaños. 
Y dolió fuerte, duele todavía.
Me hizo darme cuenta de muchas cosas de mi, de la vida, de la gente.

Desastre que dolió mucho porque todo se me vino encima y cómo siempre seguí tratando de aguantar y, por supuesto, fue peor.

Sumemos a todo esto perder algo muy lindo por no saber compartir.

A pesar de tanta cosa vuelvo a darme cuenta que no estoy sola para salir adelante.

Gracias a una amiga loca tejedora volví a tener ganas de tejer.
No sabía que hacer y me puse a revolver los puchos de lanas y encontré un montón de cuadrados tejidos hace años, en tonos de verde. 


Una manta que se le ocurrió a mi mamá hacer, yo empecé a tejerle los bordes a los cuadrados a crochet y quedo ahí guardado por mucho tiempo sin terminar.
Los bordes ya los termine y arme tiras largas y hoy empecé a unir esas tiras. Mientras hacía ésto me encontré a mí en esas tiras que están tomando forma de manta.


Porque me siento desarmada y me quiero volver a juntar, reconstruir.


Hoy soy un desastre, débil, triste pero menos que ayer porque todos los días esto es un poco menos.

Todavía no termino la manta y mucho menos de rearmarme a mí.

Este es solo el principio del ovillo.

23.4.14

La puerta

Hoy, 23/04, me levante, como siempre para ir a trabajar. Con nada de ganas pero no me queda otra en este momento que aguantar el trabajo que tengo porque necesito la plata.

Todo tranquilo, llego mercadería.
Hacer lo que hay que hacer.
Furiosos intentos de poner la mejor onda pero nada.
Charlas de compañeros sobre las cosas que nos hacen sentir mal como empleados.

Salgo de trabajar, llego a mi casa con ganas de comer, dormir un rato, tratar de despejarme.
En el momento de girar la llave empezó todo.
No podía abrir la puerta, no podía entrar a MI casa. Intentaba, una y otra vez y nada.
Estalle.
QUIERO ENTRAR A MI CASA! QUIERO ENTRAR A MI CASA!

Reviento.
Lloro.
Pateo la puerta.
Lloro.
Puteo y nada.
Llamo a mis viejos, llorando, no puedo entrar a mi casa, quiero entrar a mi casa, no puedo abrir. Y como una luz tiene que haber salido mi papá.
Mientras tanto sale la vecina, me ofrece ayuda y no se que vio, si a una loca o a quien peleando con la puerta.
Llego mi papá y yo no pude más que llorar.

La cerradura no abrió, mi vieja, también como una luz, me espero con algo para comer.
A mi casa no pude entrar, tampoco pude dormir siesta y mucho menos calmarme.
No puedo contener las lágrimas y tengo que ir a trabajar con «mi mejor cara»

Estoy enojada.
Estoy cansada.
Y, lo peor, no tengo ganas.

31.1.14

Juntos a la par.

Al principio del blog compartí otra historia sobre un carruaje, esa alegoría hablaba de una pérdida, un duelo.
Hoy les dejo una que habla del encuentro y también les dejo el link del libro de donde lo tomé a este cuento.
*-*-*-*-*

Integrados como un todo, mi carruaje, los caballos, el cochero y yo (como me enseñaron a llamarme
pasajero), recorrimos con cierto trabajo el primer tramo del camino. A medida que avanzaba cambiaba el
entorno: por momentos árido y desolado, por momentos florido y confortante, cambiaban las condiciones
climáticas y el grado de dificultad del sendero: a veces suave y llano, otras áspero y empinado, otras
resbaladizo y en pendiente, cambiaban, por fin, mis condiciones anímicas: aquí sereno y optimista, antes triste y cansado, mas allá fastidioso y enojado.

Ahora, al final de este tramo, siento que en realidad los únicos cambios importantes eran estos últimos, los
internos, como si los de afuera dependieran de éstos o simplemente no existieran.

Detenido por un momento a contemplar las huellas dejadas atrás, me siento satisfecho orgulloso, par bien y
para mal, mis triunfos y mis frustraciones me pertenecen.

Sé que una nueva etapa me espera, pero no ignoro que podría dejar que me esperara para siempre sin
siquiera sentirme un poco culpable. Nada me obliga a seguir adelante, nada que no sea mi propio deseo de
hacerlo.

Miro hacia delante. El sendero me resulta atractivamente invitante. Desde el comienzo veo que el trayecto
está lleno de colores infinitos y formas nuevas que despiertan mi curiosidad.

Mi intuición me dice que también debe estar lleno de peligros y dificultades pero eso no me frena, ya sé que
cuento con todos mis recursos y que con ellos será suficiente para enfrentar cada peligro y traspasar cada
dificultad. Por otro parte, he aprendido definitivamente que soy vulnerable, pero no frágil.

Sumido en un diálogo interno, casi ni me doy cuenta de que he empezado a recorrerlo.

Disfruto mansamente del paisaje... y él, se diría, disfruta de mi paso, a juzgar por su decisión de volverse a
cada instante más hermoso.

De pronto, a mi izquierda, por un sendero paralelo al que recorro, percibo una sombra que se mueve por
detrás de unos matorrales.

Presto atención. Mas adelante, en un claro, veo que es otro carruaje que por su camino avanza en mi misma
dirección.

Me sobresalta su belleza: la madera oscura, los bronces brillantes, las ruedas majestuosas, la suavidad de
sus formas torneadas y armónicas...

Me doy cuenta de que estoy deslumbrado.

Le pido al cochero que acelere la marcha para ponernos a la par. Los caballos corcovean y desatan el trote.

Sin que nadie lo indique, ellos solos van acercando el carruaje al borde izquierdo como para acortar distancias.

El carruaje vecino también es tirado por dos caballos y también tiene un cochero llevando las riendas. Sus
caballos y los míos acompasan sus trote espontáneamente, como si fueran una sola cuadrilla. Los cocheros
parecen haber encontrado un buen momento para descansar porque ambos acaban de acomodarse en el
pescante y con la mirada perdida sostienen relajadamente las riendas dejando que el camino nos lleve.

Estoy tan encantado con la situación que solamente un largo rato después descubro que el otro carruaje
también lleva un pasajero.

No es que pensara que no lo llevaba, sólo que no lo había visto.

Ahora lo descubro y lo miro. Veo que él también me está mirando. Como manera de hacerle saber mi alegría le sonrío y él, desde su ventana, me saluda animadamente con la mano.

Devuelvo el saludo y me animo a susurrarle un tímido “Hola”. Misteriosamente, o quizás no tanto, él escucha y contesta:

- Hola. ¿Vas hacia allá?
- Sí – contesto con una sorprendente (para mi mismo) alegría - ¿Vamos juntos?
- Claro – me dice - , vamos.


Yo respiro profundo y me siento satisfecho.
En todo el camino recorrido no había encontrado nunca a un compañero de ruta.
Me siento feliz sin saber por qué y, lo mas interesante, sin ningún interés especial en saberlo.
*-*-*-*

http://www.uv.es/gonzalbo/betania/docs/altres_autors/Bucay_camino_encuentro.pdf

9.1.14

Jodido y movilizante 2013.

HermosasHoy les voy a contar todo lo que me hicieron estos meses del 2013.

Enero
Me diste la cachetada del año y ahí empezó todo.

Febrero
Renuncie, con gusto, a mi casa propia para empezar mi nuevo camino.

Marzo
Me fui de casa de mis viejos. Lo logré y fue lo mejor.

Abril y Mayo
En lo laboral un primer paso para un gran cambio que deseaba hacía tiempo.

Junio
Me cansaste el cuerpo y casi me agobian el alma.

Julio – Agosto – Septiembre
Reinó la calma y mi nueva vida me regalo nuevas experiencias.

Octubre y Noviembre
Otra vez me cansaron el cuerpo, pero no me agobiaron el alma porque me regalaron dos alegrías inmensas que nunca imagine iban a llegar.

Diciembre
Comencé una nueva etapa en lo laboral y acompañada de hermosas personas.

Algo así me trataron los meses del 2013.
Con mas positivos que negativos y con muchas personas lindas que llegaron y se cruzaron en mi camino.
Y como aprendí hace un tiempo… No me arrepiento de nada.
Descubrí que tengo suerte y soy afortunada.

Gracias 2013 por hacerme feliz.

Crecí un poquito más y voy por mas en este nuevo año.