Vuelvo.
Siempre frente a una crisis buena o mala, pero crisis.
Oportunidad de cambio, creo que logre entenderlo.
Cambios en lo laboral me generaron un desastre que nunca tuve.
Exploté como piñata de cumpleaños.
Y dolió fuerte, duele todavía.
Me hizo darme cuenta de muchas cosas de mi, de la vida, de la gente.
Desastre que dolió mucho porque todo se me vino encima y cómo siempre seguí tratando de aguantar y, por supuesto, fue peor.
Sumemos a todo esto perder algo muy lindo por no saber compartir.
A pesar de tanta cosa vuelvo a darme cuenta que no estoy sola para salir adelante.
Gracias a una amiga loca tejedora volví a tener ganas de tejer.
No sabía que hacer y me puse a revolver los puchos de lanas y encontré un montón de cuadrados tejidos hace años, en tonos de verde.
Una manta que se le ocurrió a mi mamá hacer, yo empecé a tejerle los bordes a los cuadrados a crochet y quedo ahí guardado por mucho tiempo sin terminar.
Los bordes ya los termine y arme tiras largas y hoy empecé a unir esas tiras. Mientras hacía ésto me encontré a mí en esas tiras que están tomando forma de manta.
Porque me siento desarmada y me quiero volver a juntar, reconstruir.
Hoy soy un desastre, débil, triste pero menos que ayer porque todos los días esto es un poco menos.
Todavía no termino la manta y mucho menos de rearmarme a mí.
Este es solo el principio del ovillo.